Tinta Roja | Órgano del Partido Comunista Revolucionario (PCR) Bolivia

Construyamos un Partido de los Trabajadores, Revolucionario, Socialista e Internacionalista

Reflexión autocrítica colectiva de 8 años de construcción del PCR

Quienes asumimos de forma colectiva la tarea de construir el Partido de las clases trabajadoras para organizar y hacer la revolución socialista, tenemos que ser conscientes de que no hace falta reinventar la rueda, que no somos los primeros ni los únicos constructores.  Heredamos el legado de las luchas de los trabajadores contra la explotación y la opresión, aprendemos de los errores y aciertos.  Para comprender el origen y el desarrollo histórico del Partido Comunista Revolucionario (PCR), es preciso abordar nuestro origen en el quiebre con el Partido Comunista de Bolivia (PCB) que se produjo en 2014, los intentos fallidos de construcción unitaria con grupos maoístas (PCB – V Congreso) entre 2015 y 2016, las experiencias con la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas (CIPOML) de tendencia hoxhista formalizados a partir de 2017, y los debates internos que se ahondaron en torno al golpe de Estado en Bolivia de 2019.  

Al profundizar nuestras reflexiones colectivas desde lo político-ideológico como también desde lo orgánico, ya que los métodos son una expresión de comprensiones políticas, podemos sistematizar y aprender de nuestros errores para trazar una línea certera de construcción partidaria para organizar la Revolución Socialista.

Este documento no pretende ser un recuento cronológico de la vida del Partido sino una reflexión crítica y autocrítica de las principales discusiones político-ideológicas que marcaron nuestro desarrollo, por lo que el abordaje se estructura en base a los ejes de debate.  

El ‘proceso de cambio’, la revolución por etapas y el bloque contrahegemónico

Los primeros años del gobierno de Evo Morales (2005-2008) fueron marcados por el antagonismo álgido entre dos proyectos: el pueblo movilizado levantaba como consignas la Agenda de Octubre[1] y el bloque oligárquico que buscaba mantener sus privilegios garantizados por el modelo neoliberal y la democracia pactada.  Al igual que millones de trabajadores de la ciudad y el campo, esperanzados, creímos en la posibilidad de cambios profundos.  La polarización del país y la aparente falta de alternativas revolucionarias, dejaron al Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y los grupos de la izquierda tradicional afines al ‘proceso de cambio’, entre ellos el PCB, como los espacios de lucha y acción unitaria contra la arremetida reaccionaria.

Al quebrar con el PCB criticamos la comprensión de la revolución por etapas, por ser mecanicista y anti-dialéctico, porque apunta a resolver de forma aislada la opresión imperialista sin superar la contradicción capital/trabajo.  La concepción de una etapa democrático-popular o de liberación nacional ha llevado a los Partidos Comunistas en todo el continente a convertirse en la cola de furgón de los diversos gobiernos ‘progresistas’, renunciando a toda independencia de clase al sujetarse a los límites de los proyectos de la burguesía nacional.  Desde la lectura política del PCB, el ‘proceso de cambio’ se constituye en la ‘transición a la transición’, es decir estamos en una etapa transitoria hacia la revolución democrática popular que a su vez permitirá la transición hacia el socialismo.  Esta concepción, que permite justificar el apoyo acrítico del PCB al gobierno del MAS-IPSP, es una aplicación de la revolución por etapas – por las características de dependencia económica y atraso tecnológico por ser una semicolonia, se debe avanzar junto a la supuesta burguesía nacional para cumplir las tareas democrático-burguesas (o de liberación nacional) que permitan el desarrollo de las fuerzas productivas, y recién al cumplir esta etapa será posible avanzar hacia el socialismo.

En el plano internacional, los Partidos Comunistas otrora alienados con la Unión Soviética tras la caída del Muro de Berlín han carecido de claridad en torno a la caracterización del imperialismo, utilizan términos ambiguos como ‘bloque contrahegemónico’ o ‘emergente’ para referirse a Rusia y China, y en el caso de este último se coquetea aún con su supuesto carácter socialista.  Estas ambigüedades tienen el objetivo manifiesto de reducir la comprensión del anti-imperialismo a la lucha contra el bloque EEUU-Europa, lo que les permite justificar las alianzas geopolíticas de los gobiernos progresistas de América Latina.  Estas alianzas en un primer momento se expresaban con la creciente deuda externa con China y el acercamiento político-económico con Rusia, Irán, Turquía y Venezuela.  Hace 8 años el debate en torno al carácter imperialista de China y Rusia aún parecía ser un abstracto teórico, hoy la Guerra en Ucrania y la escalada de tensiones en el estrecho de Taiwán ponen en evidencia la importancia de caracterizaciones precisas del imperialismo, partiendo de las enseñanzas de Lenin: el imperialismo como fase superior del capitalismo.

En los intentos unitarios con el grupo maoísta del PCB-V Congreso volvimos a enfrentar el mismo debate, el horizonte programático del PCB-V Congreso en esencia seguía siendo el mismo etapismo que el PCB, sólo que no consideraba al gobierno del MAS-IPSP como el proyecto de liberación nacional sino que planteaba la necesidad de construir un nuevo proyecto haciendo hincapié en la necesidad de políticas democratizantes frente al autoritarismo y la represión del gobierno[2].  

La comprensión etapista de la Revolución no discute sólo las tareas pendientes – es decir el programa para la Revolución, sino en el fondo es una comprensión de la clase social que debe asumir la dirección del proceso revolucionario.   Al revisar los programas de algunos Partidos de la CIPOML a nivel regional hallamos una formulación híbrida al respecto[3], una especie de Revolución Ininterrumpida que combina la etapa democrático-popular con la etapa socialista.  Esta formulación híbrida aunque a primera vista pareciera ser una superación de la comprensión etapista, tiene una ambigüedad que abre la posibilidad de la participación de una supuesta burguesía nacional (patriótica, antiimperialista, antimonopólica, etc) en un primer momento del proceso revolucionario.

Desde el PCR en nuestros primeros documentos políticos, recogemos las lecciones de la lucha de clases en Bolivia – específicamente la frustrada Revolución de 1952 en la que la burguesía arrebata el poder que conquistaron las milicias obreras y campesinas, y asumimos de forma abstracta y casi instintiva conceptos de la Tesis Socialista de la Central Obrera Boliviana (1970) en torno al carácter de clase de la Revolución – que el proletariado dirija la Revolución en el cumplimiento de las tareas democrático-burguesas pendientes.  Para responder a la comprensión de las tareas de la etapa democrático-burguesa y las clases que debían dirigirla es lógico que se consoliden frentes en torno a una u otra fracción de la burguesía ‘nacional’, en cambio, al superar la concepción etapista emerge una concepción de independencia de clase, que nos llevó a tomar una política de clase contra clase, que explicamos en el siguiente subtítulo.

Clase contra Clase: Stalinismo de Tercer Período

Al consolidarse el pacto entre el MAS-IPSP y la oposición burguesa[4] para viabilizar el referéndum constitucional en 2009, el carácter del gobierno gira hacía un semibonapartismo –  el poder estatal se concentra en Evo Morales, cuyo papel es de equilibrar los intereses de diversas clases sociales para mantener la estabilidad.  Este giro se expresa en un mayor autoritarismo, una política represiva y la concentración del control sobre las organizaciones sociales y sindicales.  La crítica al arrebato de la independencia político-sindical ya que el gobierno del MAS-IPSP impuso direcciones y mandatos al movimiento sindical y el rechazo a la consolidación de pactos abiertos del MAS-IPSP con partidos neoliberales y conservadores, e incluso con grupos paramilitares[5] nos llevaron a cuestionar a fondo la política del PCB y dar los primeros pasos de organización del PCR.

Los primeros intentos de organizar el Partido fueron marcados en lo político por un giro abrupto hacia una especie de stalinismo de tercer período[6], cuya esencia se encuentra en una defensa acérrima de la independencia de clase del Partido, una línea de clase contra clase, en el que se considera a la socialdemocracia como socialfascismo.  Es decir, bajo las banderas de independencia de clase el Partido toma posiciones sectarias que lo aísla de las bases populares y las organizaciones sociales y sindicales afines al oficialismo reformista.  La aplicación mecánica de esta línea política, que no diferencia entre reformistas y fascistas, se cierra a dialogar con las bases populares de organizaciones reformistas, bajo la premisa de denunciar el carácter conciliador del MAS-IPSP.  Pero lo peor de esta orientación, es que no permite tampoco combatir efectivamente el reformismo del MAS-IPSP al privarnos de tácticas de exigencia u otras, y solo limitarnos a la denuncia, que nos empujaba en los hechos a la unidad con la oposición burguesa. Es decir, a pesar de las declaraciones formales de independencia de clase, la unidad de acción con la oposición burguesa degeneró en una política de activismo pequeño-burgués sin un horizonte estratégico real, que se expresó en nuestro accionar en el movimiento estudiantil, mediante el frente PODER.  

El desarrollo de la línea de clase contra clase entre 2015 y 2019 tanto de nuestro Partido como de muchas otras agrupaciones de ‘izquierda’ tuvo varios momentos clave que ayudan a comprender el vertiginoso declive que llevó a muchos militantes de ‘izquierda’ hasta el campo golpista en 2019[7].  El referéndum constitucional del 21 de febrero (21F) de 2016, con el objetivo de viabilizar una nueva candidatura de Evo Morales a la Presidencia, en el fondo era una discusión en torno a las limitaciones impuestas por la democracia burguesa-liberal.  Las consignas principistas y democratizantes con los que planteamos el apoyo al NO[8] y luego la defensa de los resultados electorales cuando el Tribunal Constitucional pisoteó la voluntad popular para habilitar la reelección de Evo Morales, no aportaron a la construcción de una alternativa con independencia de clase.  Las protestas contra las políticas del gobierno del MAS-IPSP como el rechazo al Código Penal, la marcha nacional de personas con discapacidad, la lucha de Achacachi contra la corrupción, los trabajadores despedidos de ENATEX, la lucha contra la Ley de Coca de ADEPCOCA, Tariquía contra las transnacionales petroleras, las protestas de la UPEA por presupuesto y el movimiento ambientalista que exigía soluciones para los incendios en la Chiquitanía, empezaron a confluir en plataformas unitarias de lucha, hegemonizadas bajo la bandera del respeto a los resultados del 21F.

Unos meses después, cuando ya estábamos en las elecciones nacionales, la suspensión arbitraria de la transmisión de resultados preliminares mediante el sistema TREP con milésimas de diferencia entre la eventualidad de una segunda vuelta electoral o la victoria en primera vuelta del MAS-IPSP desató una ola de protestas a nivel nacional rechazando el fraude electoral.  La reacción inicial desde el Partido y los frentes, que se asumió después de las elecciones 2019 de rechazar el fraude electoral no fue un hecho casual sino producto de la política que se venía llevando desde el conflicto del código penal.  La línea de clase contra clase, que de forma simplista se comprendía cómo enfrentar al gobierno del MAS-IPSP en todo terreno, no fue capaz de responder ante la compleja realidad del golpe de Estado en marcha.

El Golpe de Estado y el Frente Popular

Cuando la dirección del Partido denunció que se gestaba un golpe de Estado y que los comunistas debíamos combatir al golpismo fascistoide se abrió una crisis en el frente estudiantil PODER que repercutió en el propio Partido.  De cierta forma los dos bloques postularon la necesidad de unidad de acción en Frentes Populares, desde la dirección del PCR consideramos urgente la conformación de un Frente para combatir al golpismo de restauración oligárquica, mientras el grupo fraccional pro-golpe del frente estudiantil[9] bajo una lógica democratizante y anti-masista concretó la unidad de acción con la oposición burguesa agrupada en el CONADE, en la cual finalmente se disolvieron.

El II Pleno del Comité Central se llevó a cabo durante las primeras semanas del régimen de facto de Áñez, ratificó la caracterización de golpe de Estado oligárquico y fascista y de forma consecuente la línea de unidad de acción en la resistencia antigolpista, que en los hechos los militantes del Partido ya habían empezado a plasmar en las calles.  Se consolidó el giro que en teoría postulaba la conformación de un Frente Popular para enfrentar al golpe, pero quedaban las interrogantes ¿con quién hacer el Frente? ¿Cómo hacer unidad de acción cuando a nivel nacional la dirección del MAS-IPSP se fugó del país o se escondió y nunca tuvo voluntad de resistir al golpe?  Las movilizaciones y los focos de resistencia al golpe en Sacaba, Senkata, Plan 3000, K’ara K’ara fueron autoconvocados, sin mandato del MAS-IPSP.  

El alcance real de la política del Frente de Liberación Nacional (FLN) que planteamos durante el régimen de facto de Áñez, fue de coordinar la unidad de acción con pequeños grupos y colectivos antigolpistas, incluyendo a grupos afines o ligados al MAS-IPSP.  A diferencia de la concepción burocrática del Frente Popular, que en los hechos coartaron la crítica interna y respetaron los límites programáticos de la burguesía ‘democrática’, nosotros planteamos la unidad de acción contra el régimen sin dejar de criticar públicamente las vacilaciones y el entreguismo de la dirección del MAS-IPSP.  Al analizar nuestra aplicación de la línea frentepopulista durante la resistencia antigolpista hallamos que en realidad la política que llevamos no fue un Frente Popular desde la comprensión stalinista sino una especie de Comité de Acción Local como el que postuló Trotsky en Francia (1935):

Las huelgas, las manifestaciones, las escaramuzas callejeras, los alzamientos directos, son por completo inevitables en la situación actual. La tarea del partido proletario consiste, no en frenar y paralizar esos movimientos, sino en unificarlos y darles una fuerza mayor… El aparato del “frente único” juega frente a los movimientos espontáneos de las masas, el papel completamente consciente de desorganizador… No se puede salvar la situación más que si se ayuda a las masas en lucha, en el proceso de la propia lucha, a crear un nuevo aparato que responda a las necesidades del momento. En esto precisamente, reside la función de los comités de acción.

Durante las jornadas de lucha de agosto de 2020, a pesar de nuestras limitadas fuerzas objetivas, buscamos apoyar las movilizaciones, denunciamos sin tapujos las maniobras de conciliación de las direcciones del MAS-IPSP que llevaron a una transición negociada, intentamos generar unidad de acción en las regiones en las que teníamos presencia.

La unidad de acción como táctica defensiva para combatir el avance del fascismo llega a su límite con restauración de la democracia burguesa formal, la transición pactada entre el régimen de Áñez y las cúpulas del MAS-IPSP, garantizó la impunidad de funcionarios claves de la dictadura y de las organizaciones empresariales, cívicas y paramilitares que fueron impulsores y partícipes del golpe.  El objetivo de toda transición pactada es desmovilizar y desmoralizar a las clases trabajadoras, y blindar con legitimidad al aparato estatal ‘democrático’.  

Las jornadas de agosto de 2020 comprobaron que el movimiento campesino y popular tenía capacidad de movilización, los brotes embrionarios de autodefensa ante los ataques de paramilitares (por ejemplo la zona sud de Cochabamba) y las consignas de ‘Fuera Añez’ que rebalsaron las direcciones burocráticas de la Central Obrera Boliviana y del Pacto de Unidad eran señales de peligro que obligaron al gobierno de Áñez a negociar con las cúpulas del MAS-IPSP para evitar una salida insurreccional, que ambos bandos temían.  Una vez más la falta de dirección revolucionaria, la debilidad de las organizaciones marxistas revolucionarias permitió al reformismo negociar una salida.  Aspiramos a construir un Partido que sea dirección de las luchas revolucionarias en nuestro país, por lo que nuestra autocrítica no puede limitarse a las decisiones políticas, debemos analizar los errores y aciertos en nuestro método de organización, debate y construcción.

El Método como Expresión de la Comprensión Política

En el plano orgánico, los primeros años de organización del Partido fueron marcados por el intento de no repetir las prácticas burocráticas y antidemocráticas del PCB, cuya dirección se negaba sistemáticamente a abrir espacios de debate interno y recurre a las sanciones como mecanismo de censura y disciplinamiento.  En ese sentido intentamos asegurar el más amplio debate, para realizar nuestro Primer Congreso Nacional en Achocalla (julio 2019), se hizo un proceso  preparatorio de casi dos años con debates de los documentos en todas las estructuras del Partido, contamos con la presencia de delegados de todo el país – del sector trabajador, estudiantil, profesional, magisterio y campesino, así como representantes internacionales de la CIPOML (Ecuador, México y Perú).  

La unidad ideológica debe ser la base para construir la unidad política, y esta a su vez la base de la unidad orgánica.  Sin embargo, en los hechos caímos en una práctica oportunista al priorizar la unidad orgánica por encima de todo.  Frente a los desacuerdos políticos e ideológicos tanto en el Partido como en PODER dimos salidas burocráticas y conciliadoras, luego de algunas intervenciones se busca consensuar alguna redacción lo suficientemente vaga e imprecisa que permita una interpretación a conveniencia y/o encargar la redacción final a la dirección (y por tanto al bloque mayoritario).  En lugar de llevar hasta el final las contradicciones, buscamos salidas burocráticas ‘democráticas y pluralistas’ en aras de la ‘unidad’.  En el movimiento estudiantil optamos por construir el frente PODER con un enfoque activista sin la necesaria discusión interna, lo que nos llevó a tener una amplitud que por izquierda llegaba hasta las posiciones del Partido y por derecha llegaba a incorporar a activistas del CONADE.  El intento de revertir esta situación fue la constitución de la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR) que tuvo que disputar la dirección política del frente PODER con la fracción golpista que se había engendrado.

El Internacionalismo: Un Partido para la Revolución Mundial

La izquierda boliviana en sus diversas expresiones, históricamente ha tendido a degeneraciones nacionalistas, con el argumento de las particularidades del país se ha enfrascado en sí misma.  La comprensión del internacionalismo se ha limitado a formalismos y declaraciones diplomáticas, argumentando la ‘independencia’ de las organizaciones nacionales frente a espacios internacionales.  La cuestión del internacionalismo en esencia es la expresión orgánica de la comprensión del alcance de la Revolución Socialista, el debate dentro del Partido Bolchevique tras el triunfo de la Revolución Rusa en 1917 enfrentó a quienes consideraron la posibilidad de construir el ‘socialismo en un sólo país’ con quienes plantearon la necesidad de una Revolución Internacional.

El fallido intento de construcción unitaria con el PCB-V Congreso, intentamos polemizar entre los documentos y posiciones de la CIPOML (hoxhista) y las agrupaciones de tendencia maoísta, para determinar una afiliación internacional, sin embargo el PCB-V Congreso se limitó a la consigna nacionalista de ‘construir el Partido que necesita Bolivia, sin distraerse con los debates internacionales’. Esta contradicción reforzó en nosotros la convicción de la necesidad de aportar a la construcción de una organización revolucionaria internacional, con una visión de estrategia socialista, aprendiendo de las lecciones de la Internacional Comunista.  Cuando decidimos avanzar solos en la construcción partidaria, consideramos que la CIPOML era el espacio internacional que cumplía con esta comprensión, sin embargo, al analizar nuestra experiencia durante los últimos años nos damos cuenta de la comodidad mutua que se fue consolidando entre el Partido y la CIPOML.  Pues, mientras nosotros seguíamos avanzando con una línea sectaria y ahondamos la crisis interna fueron pocas o casi nulas las intervenciones de partidos hermanos para llamarnos a la reflexión.  Por nuestro lado, tampoco intervenimos de forma debida ante decisiones como la del PCMLE (Ecuador) de llamar a votar por Lasso en la segunda vuelta de 2017, como tampoco llevamos hasta el final las contradictorias posiciones dentro de la CIPOML respecto a Venezuela.  Esto es una consecuencia lógica del ‘socialismo en un sólo país’  con la consolidación de Partidos de alcance nacional, cuya vinculación internacional solidaria en base a valores o principios comunes pero al no tener línea estratégica común mucho menos la concepción de un Partido Mundial.

La guerra en Ucrania ha dado lugar a un intenso debate en las fuerzas marxistas revolucionarias en todo el mundo, enfrentando a quienes buscan alguna legitimación para sostener un apoyo a uno u otro de los bandos combatientes[10] por un lado y quienes la caracterizamos como guerra imperialista, en la que potencias capitalistas se disputan entre sí el reparto del mundo.  Reafirmando nuestra comprensión leninista del imperialismo como fase superior del capitalismo, consideramos que las potencias capitalistas enfrentadas presentan distintos grados, rasgos y características de desarrollo imperialista, por lo que los comunistas rechazamos la invasión rusa a Ucrania que encarna su política expansionista ‘granrusa’, denunciamos a la OTAN y su rol intervencionista desde el golpe de Estado de 2014, denunciamos el carácter fascistoide de la brigada Azov, hoy brazo armado del régimen de Zelenksy, y rechazamos categóricamente la carrera armamentista de las potencias capitalistas a partir de la guerra. Creemos que es una tarea urgente de los marxistas estudiar y precisar el carácter de las principales potencias capitalistas, no con fines meramente academicistas sino para comprender el desarrollo del capitalismo en su fase imperialista actual y trazar la línea de lucha de los trabajadores y los pueblos oprimidos.  

Desde el Comité Coordinador de la CIPOML se emitió un primer comunicado que caracterizó como la guerra en Ucrania como una guerra interimperialista, sin embargo cuando Alianza Revolucionaria del Trabajo de Serbia presentó un artículo a la revista Unidad y Lucha[11] que evoca un supuesto carácter de liberación nacional en la caracterización de la guerra en Ucrania, la CIPOML la publicó  limitándose a agregar un pie de página indicando una diferencia de enfoque[12].  Por la profunda diferencia de posiciones ante un hecho trascendente en el plano mundial, habría sido democrático, no sólo publicar el artículo sino abrir un debate interno sin tapujos ni formalismos diplomáticos para contrastar las posiciones y llevarlas hasta el final.  

El abordaje diplomático que aplicó la CIPOML para tratar las diferencias caracterizaciones de la guerra de Ucrania, dio un giro de 180° tratándose del tema de género y el movimiento LGBTIQ+.  Cuando el Partido Estadounidense del Trabajo presentó un artículo a la misma revista acerca de Género, roles de género y la unidad de la clase obrera, se le solicitó retirar el artículo por no existir una opinión de la Conferencia al respecto.  Al revisar el contenido del artículo, parte con una necesaria autocrítica respecto al conservadurismo que existe en muchas organizaciones que se reclaman marxistas, y rescata aportes de Engels para explicar el proceso de la división sexual del trabajo, el desarrollo del patriarcado y su relación con el capitalismo, para concluir que “al proletariado no le sirven las nociones rígidas y oxidadas impuestas por la aristocracia europea y bastardeadas por la clase capitalista genocida en un mundo tan diverso como explotado”.

La reflexión en torno al texto censurado nos llevó a realizar una minuciosa revisión histórica, buscando sustento en los procesos revolucionarios que considerábamos como referentes de construcción de la sociedad nueva.  Si bien con mucho orgullo los comunistas reivindicamos los importantes avances sociales que se dieron en los primeros años de la Revolución Rusa, como fue la despenalización del aborto y de la homosexualidad, prestamos muy poca atención al retroceso que impuso el Código Penal de la URSS desde mediados de 1930.  La penalización del aborto y la represión a los homosexuales en la URSS, fue replicado en la República Popular de Albania bajo el gobierno de Hoxha.  Estos hechos obligan a quienes levantan como ejemplo las experiencias revolucionarias de la URSS y Albania a hacer una sincera autocrítica que nos permita entender la integralidad de estos retrocesos en materia de derechos de las mujeres y la población LGBTIQ+.

En Irán el asesinato policial de Mahsa Amini en octubre 2022 desató una ola de protestas contra el régimen teocrático y patriarcal.  Mientras el imperialismo Europeo y Estadounidense guarda un silencio cómplice ante las atroces políticas conservadoras y homofóbicas de su aliado Qatar, de forma hipócrita han buscado instrumentalizar las protestas legítimas de las mujeres y el pueblo trabajador de Irán, siendo ellos los principales actores responsables de la muerte, violencia y discriminación que sufren millones de mujeres trabajadoras iraníes, al imponer sanciones económicas contra Irán.  Ante esta coyuntura el gobierno del MAS-IPSP ha expresado su solidaridad con el régimen ‘anti-imperialista’ de Irán y su rechazo a las protestas.  El Partido del Trabajo de Irán (sección de la CIPOML) en su comunicado respecto a las protestas concluye que “recurrir a demandas irrealizables en condiciones inapropiadas solo fortalece a la contrarrevolución ya los enemigos extranjeros que quieren sancionar y desmembrar a Irán”.  Además, el comunicado de la CIPOML hace referencia a una “muerte bajo custodia policial”, una caracterización de lo ocurrido que no enfatiza en la denuncia de las fuerzas represivas y religiosas Iraníes que golpea sobre las mujeres.  Los comunistas no luchamos por la ‘miseria de lo posible’ sino por la transformación profunda y radical del mundo, arrancando de raíz toda forma de explotación y opresión.

En el contexto internacional, el actual movimiento de mujeres, feministas y LGBTIQ+ toma cada vez mayor fuerza en la lucha contra la opresión patriarcal, que es un elemento central de la reproducción de las relaciones de producción capitalistas.  El proyecto de construcción internacional de los marxistas revolucionarios no es completo si no alza consecuentemente también las banderas de lucha contra el patriarcado.

¿Qué Partido, para qué estrategia y para qué programa?

En el plano internacional hay un avance de la ultraderecha conservadora y anti-derechos, expresada en la reciente victoria electoral de Giorgia Meloni (simpatizante manifiesta de Mussolini), así como el preocupante crecimiento de movimientos políticos de ultraderecha que llegaron a la segunda vuelta presidencial en Francia, Colombia, Chile, Perú y Brasil, levantando banderas contra sectores históricamente oprimidos y explotados como  la clase trabajadora, los campesinos, los pueblos indígenas, la población LGBTIQ+, el movimiento de mujeres, y otros. Estos vienen imponiendo un giro a la derecha a nivel internacional, y como respuesta, la segunda ola de ‘progresismos’ bajo la tesis de ‘extremo centro’ de García Linera buscan conciliar y pactar con la burguesía desde antes de ser gobierno, para convertirse en garantes del orden social capitalista, por ejemplo: en Brasil el pacto de Lula con Geraldo Alckmin, quien respaldó el golpe institucional contra Dilma; en Chile el Frente Amplio y el Partido Comunista se encargaron de pactar una salida institucional a la insurrección del 2019, no contentos con eso, el gobierno de Boric mantiene la militarización de la Araucanía y los procesos penales contra los luchadores sociales mientras entregó el Ministerio de Hacienda a un ex funcionario del Banco Mundial.

En este contexto, la ultraderecha boliviana, gozando de impunidad por los crímenes cometidos en 2007-2009 y 2019-2020, se articula y fortalece luego de haber logrado que el gobierno de Arce Catacora dé paso atrás en dos leyes, y hoy bajo el pretexto de la fecha del censo haya sostenido durante más de tres semanas un paro empresarial y reaccionario dictado por el Comité Pro Santa Cruz y la gobernación de Camacho en octubre y noviembre de 2022.  Este hecho expresa un peligroso avance de la oligarquía conservadora, la misma que es responsable del golpe del 2019; ante esa asonada de la ultraderecha, el MAS-IPSP mantiene una política de negociación y entreguismo.  A esto, se suma que el quiebre interno del MAS-IPSP se ha externalizado en la elección de directivas parlamentarias, ambos bloques buscaron apoyos en las bancadas de CREEMOS y Comunidad Ciudadana para imponerse.  La batalla entre el evismo y los renovadores deja en evidencia que ambos giran a derecha, buscando alianzas con la burguesía golpista con tal de atacar al otro bando.  Las consecuencias las paga el pueblo trabajador, la subida de precios de la canasta familiar, la escalada de la violencia reaccionaria – con hechos horrorosos como la quema y el asalto a la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos y la Central Obrera Departamental de Santa Cruz, y hechos de brutal violencia machista y patriarcal promovidos por los grupos paramilitares en el reciente paro empresarial.

Con las lecciones del golpe de 2019 aún muy recientes en la memoria popular, y la asonada derechista que se fortalece, se hace urgente y necesaria la pregunta ¿cómo se ubica la izquierda revolucionaria?  Se tiene claro el peligro del enemigo natural de la clase trabajadora – la oligarquía al servicio del imperialismo.  Asimismo queda claro que el gobierno de Arce Catacora al igual que el de Evo Morales negociará hasta el último segundo con la oligarquía con tal de mantener el equilibrio o la gobernabilidad, mientras viene aplicando políticas antipopulares como la disolución judicial del sindicato de una de las más grandes fábricas aceiteras en el país, sucesos que contribuyen a una desorganización de la clase obrera que acaba beneficiando al golpismo.  

Pero ¿cómo construir una alternativa real de poder en una coyuntura polarizada? ¿Cómo combatir a la amenaza latente de avance de la derecha fascistoide y su proyecto oligárquico sin que esto represente ningún tipo de apoyo político al gobierno del MAS-IPSP? Y ¿Cómo denunciar las vacilaciones y las políticas antipopulares del gobierno del MAS-IPSP sin aislarse de la clase trabajadora y sectores populares  y sin fortalecer a las posiciones de la oposición burguesa?

Para intentar respondernos estas preguntas, iniciamos un profundo proceso de reflexión político-ideológica que como veremos en las líneas siguientes están provocando, o han provocado, una reflexión autocrítica y a un proceso de ruptura ideológica con lo que considerábamos nuestro legado y tradición revolucionaria.

Desde nuestra comprensión inicial, al fundar el Partido en 2014, el revisionismo que llevó al PCB a una bancarrota política tenía su origen en las tesis de ‘desestalinización’ presentadas por Jrushov en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en 1956, que de forma resumida son: la vía pacífica o parlamentaria al socialismo, el Partido como instrumento del ‘pueblo’ y no de la clase trabajadora, la coexistencia pacífica entre socialismo y capitalismo.  Estas críticas son el parteaguas entre los partidos pro-soviéticos y pro-chinos durante la década de los 1960, y dan lugar a concebir como antítesis del revisionismo al legado de Stalin.  Sin embargo, al profundizar el análisis de los postulados del XX Congreso del PCUS, concluimos que estos no son quiebres o giros políticos sino la continuación de la política stalinista del socialismo en un sólo país.  El reparto del mundo delimitado entre la URSS, Estados Unidos y el Reino Unido en las Conferencias de Yalta y Postdam[13] sentó las bases para una política de coexistencia pacífica.  La política del Frente Popular en España y Francia en los años 1930, al reducir el programa del Partido a reformas democrático-burguesas dentro de la institucionalidad de la mano de la burguesía ‘nacional’, en los hechos fue una renuncia a la independencia de clase del Partido y una vía directa para la derrota de esas clases obreras y populares y del socialismo, esta crítica que hoy planteamos fue planteada en su momento por la Oposición de Izquierda en la URSS, y en los postulados del Programa de Transición formulado por Trotsky.

Al llevar hasta el final, de forma consecuente las críticas que dieron lugar a la formación de nuestro Partido, analizando de forma crítica y autocrítica nuestra experiencia colectiva de construcción partidaria durante los últimos 8 años, tenemos que afirmar que el desarrollo del golpe del Estado del 2019, tuvo el mérito de poner a prueba blanco sobre negro al conjunto de las organizaciones llamadas socialistas y revolucionarias. El desarrollo del  movimiento de mujeres, feministas y población LGBTIQ+ nos obliga a cuestionar el conservadurismo aún persistente en muchas corrientes de izquierda.  Posteriormente acontecimientos internacionales, de importancia objetiva, como es la guerra de Ucrania y/o el último levantamiento indígena y popular en Ecuador han alimentado ese proceso de reflexión político-ideológica que hoy se materializa en una ruptura y distanciamiento con las concepciones etapistas, frente populistas y/o de colaboración de clases.

Esta ruptura ideológica, que formulamos con un franco espíritu autocrítico, pretende recuperar el internacionalismo proletario, perdido precisamente por la concepción del ‘socialismo en un sólo país’ que llevó a la liquidación de la III Internacional en 1943.  Pretendemos recuperar el norte estratégico de la revolución Socialista y para tal fin es menester la defensa intransigente de la independencia política de los trabajadores, requisito fundamental para que las clases explotadas puedan entrar a la lucha con las manos ‘libres’ y sin compromisos de ninguna índole que limiten la movilización revolucionaria por sus propios intereses.

Durante estos años hemos tenido el honor de compartir las trincheras de lucha con cientos de militantes valiosos, combativos y consecuentes, a nivel nacional e internacional.  Estamos convencidos que nos une la convicción de luchar contra el capitalismo, por la Revolución Socialista, sin embargo, estamos obligados a plantear abiertamente las diferencias que nos llevan a romper nuestro lazo orgánico con la CIPOML.

El marxismo no es un dogma religioso, sino una concepción integral del mundo con el objetivo manifiesto de transformarlo, los debates político-ideológicos que han marcado la historia del movimiento comunista internacional tienen como criterio de verdad la realidad objetiva, a la luz de la lucha de clases.  En el desarrollo de los debates político-ideológicos que nos llevaron hasta este punto nos identificamos con la diáfana claridad de los planteamientos de Lenin y los bolcheviques quienes planteaban que la clase trabajadora debía dirigir la Revolución Rusa con una perspectiva socialista, frente a los mencheviques y muchos partidos socialdemócratas quienes querían ceder la dirección a la burguesía.  La victoria de la Revolución de Octubre abrió un nuevo abanico de contradicciones y debates dentro del movimiento comunista internacional, aunque de manera tardía, pero no menos honesta, la reflexión en torno a las experiencias revolucionarias durante el siglo XX nos conduce a abrazar los combates formulados por la Oposición de Izquierda en la URSS de los años 20 y 30, y a plantearnos la necesaria reivindicación de avanzar en la reconstrucción revolucionaria de la IV Internacional, recogiendo el legado de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.

Los militantes comunistas que formamos parte de esta reflexión colectiva no bajamos las banderas de lucha de la clase trabajadora por la Revolución Socialista, es más, hoy llamamos a organizaciones e individuos que se identifiquen con la necesidad de construir un Partido de los Trabajadores, Revolucionario, Socialista e Internacionalista, a seguir avanzando en espacios de debate y discusión para avanzar juntos en ese sentido.

Bolivia, noviembre de 2022

PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO (PCR) – BOLIVIA


[1] La Agenda de Octubre son las principales consignas que surgieron en la Guerra del Gas de 2003 entre sus puntos principales se encuentran: Nacionalización de los Hidrocarburos, Expulsión de las transnacionales, Asamblea Constituyente.

[2] Lamentablemente los militantes de V Congreso que llevaron hasta el final su postulado encontraron la alternativa democrática en Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa.

[3] Esta formulación no es uniforme dentro de la CIPOML, mientras algunos Partidos asumen la línea ininterrumpida otras optan por la línea etapista.

[4] El Pacto significó una modificación de artículos ‘polémicos’ del proyecto de texto constitucional para garantizar la seguridad jurídica de la gran propiedad privada en el país.

[5] En el contexto de la campaña electoral de 2014, el MAS-IPSP estableció pactos públicos con ex militantes de la Unión Juvenil Cruceñista, con bloques del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y de Acción Demócrata Nacional (ADN) del difunto dictador Banzer.

[6] Hace referencia a la política asumida por la Internacional Comunista entre su VI Congreso (1928) y el VII Congreso (1933).

[7] Agrupaciones que se reivindican de la izquierda marxista como el histórico Partido Obrero Revolucionario (POR-Lora), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y Patria Insurgente, llevaron al final la política de clase contra clase, constituyéndose cómplices activos del golpe de Estado de 2019.

[8] Dentro de la orgánica unitaria entre el PCR y PCB-V Congreso, como PCB-R se planteó como posición frente al referéndum constitucional del 21F: ‘No a la nueva derecha ni a la vieja derecha, por una alternativa de un nuevo Estado Democrático, Popular, Revolucionario, Multinacional y Antiimperialista’, que en realidad fue un eclecticismo pragmático que buscaba contentar las diversas visiones programáticas agregando y/o modificando algunos términos.

[9] El grupo fraccional pro-golpe del frente estudiantil PODER representó la posición mayoritaria en La Paz (UMSA), a nivel nacional los delegados del sector secundarios, Cochabamba, La Paz (minoría), Santa Cruz, Pando, Oruro, Potosí y Beni apoyaron la línea de resistencia antigolpista.

[10] Muchas tendencias populistas y reformistas en América Latina alegando una supuesta ‘desfascistización’ o contrahegemonia, incluso apelando al legado de la URSS intentan argumentar un apoyo a la invasión rusa a Ucrania; por otro lado bajo el abstracto de guerra de liberación nacional o de defensa de una nación oprimida, ignorando el papel de la OTAN y la consolidación del bloque reaccionario pro-UE desde 2014 en Ucrania plantean diversas formulaciones de apoyo a la ‘resistencia’ ucraniana.

[11] Revista Internacional de la CIPOML

[12] “El artículo de los camaradas serbios difiere con su énfasis en las dos guerras en Ucrania. Sería mejor que así fuera, pero, por desgracia, sólo hay una guerra, y es entre los propios imperialistas y reaccionarios…” (Comité Coordinador, CIPOML)

[13] Las Conferencias de Yalta y Postdam, al concluir la Segunda Guerra Mundial, en las que Stalin (URSS), Churchill (Reino Unido) y Roosvelt/Truman (EEUU) acordaron el reparto de territorios y esferas de influencia, resultando en la partición de Alemania, la consolidación de las Democracias Populares en Europa Oriental y la desmovilización forzosa de la resistencia antifascista en Grecia.